
LISTOS O NO, ¡AQUÍ VOY!
Hace algunos años, si me hubieran ofrecido hablar ante cientos de personas, probablemente el miedo habría ganado la partida. Mi respuesta hubiera sido algo como: “Gracias, mejor en otra ocasión”. Así, habría dejado pasar el tren de la oportunidad. Pero ese era mi antiguo yo, el que vivía atrapado en la inseguridad y el temor al qué dirán.
Hoy, mi presente es otro. Ahora, cuando me invitan a un auditorio o me anuncian el nombre de la empresa donde voy a facilitar un taller, o incluso cuando me invitan a programas de TV o radio, no solo digo “gracias, por supuesto, estaré encantado”. Hoy, todo eso me motiva, me empuja a ser mejor, me llena de energía positiva. ¿Por qué? Porque cada una de estas oportunidades se ha convertido en un reto emocionante que me reta y, al mismo tiempo, me transforma.
He vivido momentos de gloria y otros de aprendizaje intenso. Reconocer que siempre hay algo nuevo por aprender fue un acto de humildad que me permitió crecer y darme cuenta de que nunca dejamos de evolucionar. Ahora, más que nunca, estoy preparado para enfrentar cualquier desafío con la frente en alto, mirando a mis miedos directamente a los ojos y diciéndoles: “Listos o no, ¡aquí voy!”
El secreto no está en negar nuestros miedos, sino en aceptarlos y utilizarlos como trampolín. Y si tú, sientes que necesitas un impulso para creer en ti mismo, te invito a hacer lo que yo hice hace un tiempo: mírate al espejo y ten una conversación sincera contigo mismo. Recuerdo el día en que miré a mi antiguo yo y le dije: “Gracias Carlos por acompañarme hasta aquí, pero necesito dejarte atrás porque he decidido empezar a creer en mí. No es personal, es en defensa propia.”
Así que, cuando llegue el tren de la oportunidad, no lo dudes. Súbete, sin importar lo preparado que creas estar, porque la verdad es que solo podemos mejorar nuestras alas volando.